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In memoriam profesor CAYETANO CARBAJO SÁNCHEZ

IN MEMORIAM

CAYETANO CARBAJO SÁNCHEZ

Hoy ha dado su última lección.

Cayetano ha dejado el estrado, ha apagado el ordenador y se ha ido.

Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, fue un brillante estudiante de bachillerato  en el Colegio Paideuterion, de Cáceres,  y no menos brillante en la Escuela de Caminos de Madrid, donde acabó los estudios como número uno de su promoción, con nota media final de sobresaliente..

Funcionario de la Diputación provincial de Cáceres, de donde se jubiló como Gerente de la Red Viaria, después de 40 años de servicio. Recorrió todos los caminos y veredas buscándole soluciones a los ingentes problemas que aquejaban a nuestros pueblos: abastecimientos de agua, saneamientos, carreteras... Se puede decir de él que fue la persona que mejor conocía la realidad hidráulica de la provincia; sabía donde buscar el manantial que permitiese resolver el problema de cualquier municipio, o buscar el emplazamiento idóneo de una presa, proyectarla y construirla. Proyectos singulares como el abastecimiento y saneamiento de Alcuéscar, Aldea del Cano y Casas de D. Antonio, completando el ciclo integral del agua, desde la construcción de la presa en Alcuéscar, hasta el abastecimiento y saneamiento de las tres localidades. Presas majestuosas, todas ellas siguen en pie, y ahora henchidas del líquido elemento, como queriendo dejar constancia de que ellas también se suman al homenaje merecido a su autor. Jaraíz de la Vera, Cañaveral,  Piornal... quedan como santo y seña del que fue su gran artífice.

La carretera de Hervás a Cabezuela del Valle, de la que cogió el testigo del “Jefe” Luis Canalejo, conoció de sus andanzas camineras y ayudó a crear unos de los caminos más hermosos que puedan verse en nuestra geografía, de la que Cayetano era un enamorado.

Corría el verano de 1975. Daniel Serrano recibe el encargo de poner en marcha la Escuela de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de la Universidad de Extremadura en Cáceres. Y nos llama a varios profesionales para formar parte del primer claustro que debía comenzar sus enseñanzas en octubre, casi sin saber ni donde se darían las clases. Cayetano, como no, perteneció a aquella primera promoción, impartiendo la asignatura de cálculo en primer curso, para después pasar a impartir las asignaturas de hidráulica, su auténtica especialidad. Aquí estuvo hasta el último día, hasta que cumplió los 70 años. No quiso irse antes; su vocación le pudo más. Aquejado de la enfermedad ha seguido al pie del cañón y cuentan los que le han visto que sus últimos exámenes los ha corregido de pie ante la imposibilidad de hacerlo sentado. Tal era su vocación y su sentido del deber.

Quizás sólo una cosa le podía atraer tanto como la enseñanza: el golf. Cuando nos veíamos en la Escuela (él salía de clase y yo entraba) me decía que me dedicase al golf como él, que le servía para relajarse, que había encontrado el divertimento necesario para disfrutar con Mari Carmen de los huecos que su anterior actividad le habían dejado.

Hombre recio, de pocas dudas, enérgico y exigente, trabajador infatigable, conocedor como pocos de su profesión, supo dejar a sus alumnos el legado inmenso de sus conocimientos.

 

Cayetano se ha ido, seguro que a enseñar hidráulica por los cielos.

Alfonso Canal