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La incorporación de pulpa de tomate desecada a los piensos ovinos les aporta beneficios nutritivos

Investigadores de la UEx
 
Investigadores de la UEx
Una investigación de la UEx demuestra los beneficios de este subproducto para la industria ganadera y medioambiental

 

11/05/2016. En Extremadura se producen anualmente miles de toneladas de tomate que posteriormente se utilizan en la industria para la elaboración de salsas, fritos y concentrados, entre otros. De este producto se generan subproductos vegetales como  la pulpa de tomate, cuya utilización pasa por su  integración en las dietas de los animales.

Desde la Universidad de Extremadura se ha llevado a cabo una investigación cuyo objetivo no es solo estudiar el efecto de este subproducto como fuente antioxidante en la dieta de los ovinos, sino que también han  indagado sobre  la incorporación conjunta de diferentes niveles de vitamina E y de dos fuentes de selenio (orgánico e inorgánico) en esos piensos, con el objetivo de evaluar el efecto sobre la calidad de la carne de cordero Merino envasada en atmósfera protectora.

Para Juan Ignacio Gutiérrez, autor de la Tesis, “la necesidad de eliminación de residuos de cultivos como el tomate, supone un  grave problema para quienes los generan, pues producen un alto grado de contaminación  y  en numerosas ocasiones  no se sabe qué hacer con él, por tanto la elaboración de un subproducto como la pulpa de tomate permite hacer un mejor uso de los recursos agroalimentarios renovables, evitando así problemas ambientales”.

En su tesis doctoral, el investigador trabaja con este subproducto cuya composición se  basa principalmente en la piel y la semilla del tomate, pues ambas son ricas en  licopeno y  ácidos grasos que aportan ese factor de nutriente al subproducto.

A pesar de que hasta este momento el tomate de industria se había utilizado en la alimentación ovina, el inconveniente fundamental que tiene trabajar con este producto es su alto nivel de descomposición, por lo que nos explica Juan Ignacio, “la industria al ser un alimento tan perecedero  se lo cede a ganaderos de la zona, por lo que  su distribución es muy  limitada”.

Para solucionarlo, los investigadores proponen procesar este subproducto, de tal forma que en  lugar de ofrecérselo en su estado natural al ganadero se le ofrezca desecado e incorporado en el pienso, así, se consigue un producto más estable en el tiempo y puede llegar a sustituir  otros ingredientes de los concentrados, como por ejemplo la soja, cuyo precio es más elevado, reduciendo así los costes de producción.

Tal y como nos explica Juan Ignacio Gutiérrez, “la pulpa de tomate desecada aporta una serie de beneficios, pues al contener licopeno y otros antioxidantes se ha podido demostrar que la vida útil de la carne  aumenta, ya que preserva la estabilidad de los lípidos de la misma, de esta forma la carne puede permanecer más tiempo en el lineal del supermercado”

Pero además de conseguir estos beneficios, es necesario tener en cuenta el efecto de inclusión de este subproducto en la dieta ovina, así se ha comprobado que como máximo se puede  utilizar un 10% de pulpa de tomate en la formulación del pienso, para conseguir una ganancia de peso correcta y no alargar la edad de sacrificio de los corderos, en comparación con los piensos  que no incluyen este aporte nutritivo.

Además del estudio también se desprenden otras conclusiones, como que con el aumento de los niveles de vitamina E en los piensos se consigue una mayor estabilidad de los lípidos de la carne de cordero, y que el uso de dos fuentes diferentes de selenio (orgánico e inorgánico) no afectan a la calidad de la carne fresca y envasada, aunque cabe destacar que el selenio inorgánico puede ser tóxico para el animal.

En un trabajo previo, se determinó la composición ideal de atmósfera de envasado para la carne de cordero Merino, así se pudo comprobar, nos explica el investigador que, “se evaluaron diferentes tipos de envasado y llegamos a la conclusión de que  la composición ideal es aquella que está compuesta por un 70% de oxígeno y un 30% de dióxido de carbono, de esta forma y utilizando esta tecnología corroboró  que aumenta la vida útil de la carne de cordero, uno o dos días, lo que para la industria cárnica supone poder exportar la carne a países más lejanos”.