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Breve repaso a nuestra historia

La inauguración oficial de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Extremadura tuvo lugar el viernes 21 de abril de 1995, un día extrañamente frío, para Badajoz, para aquella época del año y para aquel año, que después fue el último de una larguísima sequía. El día estuvo repleto de actos y emociones, se inició con una misa en la Catedral de Badajoz celebrada por el Arzobispo de Mérida-Badajoz, (Antonio Montero), tras lo cual, y ya en los locales de la propia Facultad, tuvo lugar el acto académico presidido por el Rector de la Universidad de Extremadura (Cesar Chaparro), el Director General de Enseñanzas Universitarias de la Junta de Extremadura (Ricardo López), el Presidente de la Asamblea de Extremadura (Antonio Vázquez), el Alcalde de Badajoz (Gabriel Montesinos), el Presidente de la Diputación Provincial de Badajoz (Ramón Rocha) y el Decano de la Facultad (Carlos Castro), dictó la lección inaugural la catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid, Doña Mercedes Caridad. Al acto asistieron la práctica totalidad de los directores y decanos de los diferentes centros de la Uex, los miembros del Equipo Rectoral, directores de departamentos, un numeroso grupo de universitarios y un buen número de invitados que no quisieron dejar pasar la oportunidad de asistir al nacimiento formal del más joven de los centros universitarios de Badajoz. Tras el acto académico, el Rector descubrió una placa conmemorativa.

Aquel acto de abril de 1995 fue ciertamente la inauguración formal, pero la historia de la Facultad se inició más de un año atrás. A inicios de 1994, la Universidad de Extremadura reflexionaba sobre un crecimiento, para responder a la propuesta de financiación complementaria que había formulado la Junta de Extremadura, como paso decidido previo a la asunción de las competencias universitarias y como desarrollo del Proyecto Uex. En enero de ese mismo año, el Consejo de Universidades reunía en Toledo a representantes universitarios y no universitarios, interesados en las enseñanzas de Biblioteconomía y Documentación, la publicación en verano de la rectificación de la orden de acceso había impedido en la práctica la implantación de los estudios en el curso 1993-94, la intención de aquella reunión era establecer orientaciones y criterios útiles de cara a la implantación de estos estudios, especialmente para aquellas universidades que quisieran poner en marcha las enseñanzas para el curso 1994-95.

Aquellos criterios resultaron fundamentales para el origen de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación, puesto que los intereses de la Uex coincidían perfectamente con los requerimientos que habían sido establecidos en aquella reunión:

  • se recomendaba que la implantación de la Licenciatura en Documentación se hiciera en centros que previamente impartan la Diplomatura en Biblioteconomía y Documentación,
  • se recomendaba que en el desarrollo de los estudios de biblioteconomía y documentación se realizara mediante un crecimiento de las áreas centrales, presentes en las directrices, como garantía de calidad, evitando las reconversiones forzadas por razones ajenas al propio desarrollo del título,
  • se recomendaba que en la puesta en marcha de nuevas enseñanzas se aprovechara la experiencia acumulada por los centros que más años llevaban impartiéndolas,
  • se recomendaba que el perfil profesional que se pretendía obtener con la diplomatura y con la licenciatura, fuera tenido en cuenta en el desarrollo de los plantes de estudios, antes que las propias necesidades e intereses docentes.

La Universidad de Extremadura necesitaba unos estudios de un perfil muy concreto: debían ser unos estudios de humanidades, que, sin duplicar la oferta, pudieran responder a la demanda de crear una facultad en Badajoz.

El trabajo de estudio y análisis llevado a cabo por el Vicerrector de Planificación Académica (Luis Millán Vázquez) y el Secretario de Consejo Social de la Uex (Julio Yuste) resultó fundamental, para el éxito final del proyecto. Los estudios de Biblioteconomía y Documentación podían responder perfectamente a las demandas que se planteaba la Uex: se trataba de unos estudios, que iniciándolos desde la diplomatura y reforzando las inversiones en las áreas centrales de las directrices, podía obtener personalidad propia, sin convertirse en deudores de ningún otro centro, además ofrecía posibilidades de dinamización social, en una ciudad donde existían notables distancias entre la vida ciudadana y la vida universitaria. Muchos han sido los que después se han alegrado de las decisiones adoptadas en aquellos días, pero mantener la posición de hacer un crecimiento que no beneficiara claramente a nadie y que, sin romper el equilibrio entre los semidistritos, respondiera a las demandas de cada uno, era un ejercicio de funambulismo ciertamente complicado. La localización inamovible de Ciencias del Deporte en Cáceres, reforzó aún más la necesidad de afinar la propuesta para Badajoz. Lo que iba a resultar irremediable es que aquello no fuera considerado simplemente como un premio de consolación. La idea de ser premio de consolación ha seguido siendo manejada con mala intención, incluso cuando ya se sabe que la Facultad de Biblioteconomía y Documentación está llamada a ser el eje de la recuperación del casco antiguo de Badajoz. De cualquier modo, el esfuerzo desarrollado en aquellos días por aquellos incomprendidos entusiastas que convencieron a la UEx de que la apuesta buena era biblioteconomía, resulto fundamental para el éxito del proyecto.

El plan de estudios, la memoria de necesidades, las recomendaciones sobre el desarrollo de la plantilla y de las áreas de conocimiento e incluso la filosofía global de desarrollo, fueron meticulosamente estudiados, y la Universidad de Extremadura tomó buena nota de toda la experiencia que para aquel entonces se tenía acumulada sobre las enseñanzas, y que fundamentalmente se habían centrado en la consecución de la Licenciatura en Documentación, sin que ésta anulara a la Diplomatura en Biblioteconomía y Documentación. Los buenos y malos ejemplos de las diferentes universidades fueron tenidos en cuenta. La comisión de expertos que asumieron la responsabilidad de redactar los planes de estudios tanto de la diplomatura, como de la licenciatura, estaba compuesta por Félix Sagredo (Catedrático de la Universidad Complutense), Mercedes Caridad (Catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid) y Félix de Moya (Profesor de la Universidad de Granada). Las recomendaciones realizadas fueron muy tenidas en cuenta en los desarrollos posteriores. Cuando durante el verano de 1994, la Junta de Gobierno de la Uex fue adoptando las diferentes decisiones relativas al nuevo centro, gran parte del diseño de lo que sería, estaba realizado.

En septiembre de 1994, la Junta de Gobierno aprobó el traslado en comisión de servicios de un profesor de la Universidad de Granada, que pocos días después, el Rectorado procedió a nombrar como decano en funciones de la recién creada Facultad de Biblioteconomía y Documentación. El inicio del primer curso se retrasó un mes, durante el cual, se acabaron de adecuar las instalaciones donde provisionalmente se alojaría la Facultad, la antigua escuela de la Residencia Hernán Cortés de la Diputación Provincial de Badajoz, que en un plazo muy breve se vió remozada y convertida en un espacio universitario, modesto, pero perfectamente equipado para el inicio de la actividad de la Facultad. En los aproximadamente mil metros cuadrados que se adaptaron al nuevo uso se instalaron dos aulas, un laboratorio de informática, la biblioteca, media docena de despachos, la secretaría y un espacio desamueblado, que a lo largo de aquel curso fue utilizado como salón de actos montable y desmontable. También fue a lo largo de octubre cuando se procedió a la selección y contratación de los siete primeros profesores de la Facultad.

El 2 de noviembre de 1994, todavía con algunos obreros dando los últimos toques, a medio amueblar y prácticamente siendo todos los allí reunidos un grupo de extraños, comenzaron las clases en la Facultad. No hubo de pasar mucho tiempo para que aquellas instalaciones impersonales y algo destartaladas, fueran cogiendo vida. Conseguir un elevador para poder subir en silla de ruedas a la planta en la que se situaba la Facultad, se convirtió en una de las obsesiones del curso y en uno de los graves inconvenientes de la provisionalidad de las instalaciones.

La presencia de la nueva Facultad en Badajoz y en la Universidad de Extremadura despertó desde un primer momento un gran interés. Primero por ese extraño nombre que parecía más biblioteco-manía, que cualquier otra cosa. La apuesta de la Uex no era comprendida, ni compartida por muchos miembros de la propia comunidad universitaria, pero de una u otra forma era la respuesta a una demanda recurrente de la ciudad de Badajoz, un centro de humanidades en un semidistrito fundamentalmente científico, con aparentes posibilidades de proyección. Lo ocurrido en los primeros años de la Facultad ha venido a demostrar que aquellos criterios y su cumplimiento han resultado fundamentales y están ofreciendo los frutos deseados.

En el seno de la comunidad universitaria, la confianza demostrada por el Claustro Universitario y el Consejo Social, tanto aprobando la implantación de la Licenciatura en Documentación en las fechas inicialmente prevista, es decir en curso 1997-98 (una vez finalizados los estudios de la primera promoción de la diplomatura), como aprobando la implantación de los títulos de Comunicación Audiovisual, para el curso 1999-2000, y Periodismo, para el curso 2018-2019, fue muy notable, puesto que supuso que la actual Facultad de Ciencias de la Documentación y la Comunicación está llamada a convertirse en uno de los centros más importantes del semidistrito de Badajoz. No sólo con los más de 600 estudiantes que va a alcanzar, sino por la posibilidad de un mayor desarrollo de los estudios, a través de las restantes especialidades de ciencias de la información.