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Las empresas juegan el papel de mecenas a través del coleccionismo corporativo

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La profesora de la UEx María Teresa Terrón ha impartido la conferencia titulada “Arte y empresa: el coleccionismo corporativo”, enmarcada dentro del curso de verano “La dimensión empresarial del patrimonio cultural
La profesora de la UEx María Teresa Terrón ha impartido la conferencia titulada “Arte y empresa: el coleccionismo corporativo”, enmarcada dentro del curso de verano “La dimensión empresarial del patrimonio cultural

17/07/2010. Empresas e instituciones encuentran numerosas causas para apostar por el coleccionismo de obras de arte: consolidar un patrimonio que se revaloriza, resulta un magnífico instrumento para presentarse ante la sociedad, se emplea como valor de intercambio con otros organismos, se obtiene rentabilidad publicitaria, etc.

 

“Estas empresas sustituyen en muchos caso la labor del mecenazgo institucional o privado” ha señalado la profesora de Historia del Arte de la Universidad de Extremadura, María Teresa Terrón, en la conferencia titulada “Arte y empresa: el coleccionismo corporativo”, enmarcada dentro del curso de verano “La dimensión empresarial del patrimonio cultural”, que finalizó ayer en Cáceres. En España, la empresa está sumiendo responsabilidades sociales, entre ellas reunir obras de arte, a través fundamentalmente de la figura jurídica de la fundación.

 

Las fundaciones proyectan una imagen positiva a la sociedad y revierten en ella parte de sus beneficios económicos en forma de colecciones de arte, que adquieren, mantienen, guardan, exponen y prestan. Teresa Terrón recuerda también que “el arte y la empresa hoy en día tienen una gran vinculación con muchos jóvenes artistas gracias a las becas que promueven las fundaciones”.

 

Modelo americano

 

El coleccionismo corporativo tiene su origen en Estados Unidos donde las grandes colecciones de arte han estado siempre vinculadas a grupos y filántropos que disfrutaban de excedentes económicos. En Europa en general, y sobre todo en España, esta tendencia, sobre todo en arte contemporáneo, ha llegado con retraso.

 

Las colecciones en América se rigen por criterios empresariales, a diferencia de Europa donde han estado ligadas a la aristocracia. En Estados Unidos, el MoMA  (Museo de Arte Moderno) de Nueva York surgió solo unos días después del Crack de 1929. Unos años después, en 1931, nació el Museo Whitney de Arte Estadounidense, también en Nueva York.

 

En España, no es hasta el año 1955 cuando se crea la Fundación Juan March que desarrolla sus actividades en el campo de la cultura humanística y científica y organiza exposiciones de arte. A partir de ahí, y con la llegada de la democracia, hay un gran vacío tanto en el coleccionismo institucional de arte contemporáneo como en el de empresas. En el siglo XIX, el Banco Santander había adquirido objetos para decorar los despachos y los edificios de la entidad, pero sin criterios que los unificara y les diera sentido como colección.

 

En la actualidad, existe una política de asumir ese retraso y avanzar hacia el coleccionismo contemporáneo. Empresas como Telefónica, Fundación La Caixa o AENA (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea) “han definido colecciones maravillosas” apunta Terrón. AENA, por ejemplo, ha heredado una colección que están poniendo en valor, con obras muy variopintas que van desde murales cerámicos que adornan el aeropuerto de Barajas hasta piezas de Godofredo Ortega en el aeropuerto de Badajoz.

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