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Aula Magna 3

Antonio Medina Díaz
Director Revista "Aula Magna"

Si no sabes dónde vas, terminarás en otra parte      Volvemos a ponernos en contacto con todos vosotros en un nuevo curso,que representa el presente, porque el pasado ya se ha ido y no existe más que la memoria que da el turno a la voz para hacer balance de una vida en un viaje interior que no tiene una meta redentora. No estamos al final de nada, sino en el principio de una nueva experiencia que habrá de enriquecernos.

      Por otro lado, nos encontramos inmersos en el gran proyecto de adecuación de la Universidad al nuevo Espacio Europeo de Educación Superior que va a suponer un concepto nuevo en la docencia y en el aprendizaje.

      A los programas universitarios para mayores que durante más de diez años han supuesto una importante contribución para cubrir las demandas de realización intelectual, social y personal, creemos les ha llegado el momento que pueda verse reconocida la especialidad de estas ofertas educativas. Resulta paradójico que, mientras en otros niveles del sistema educativo la lucha contra la exclusión social se ha transformado en políticas activas de inclusión e integración, en la Educación Superior todavía no existe ninguna norma legal que ampare el derecho al acceso a la universidad para mayores de 55 años. Podría contener la filosofía de no tener que quedar ligada a utilizar el conocimiento para la vida laboral y carente por tanto de la cualificación profesional, superando de esta forma una etapa inicial como parte de políticas sociales, porque estamos hablando de educación y universidad.

      ¿Sería posible soslayar las limitaciones que impone la propia legislación educativa de la Educación Superior? ¿Sería posible la clarificación entre políticas sociales y políticas educativas?, porque no siempre se entiende que las universidades de mayores corresponde a las segundas.

      Y por último, sería necesario aprovechar los espacios de aprendizaje creados en los programas de mayores como espacios alternativos de aprendizaje, es decir, creadores de una nueva manera de contribuir a lo que hoy se entiende como envejecimiento constructivo, una nueva idea que intenta alcanzar algo más allá del concepto del envejecimiento activo.

      Aunque no esperamos que estas pretensiones puedan ser recogidas en la agenda de algún político para intentar estudiar las nuevas perspectivas que se presentan aprovechando las reformas y cambios derivados de la convergencia europea, ahí quedan como reflejo de una posibilidad y testimonio de una necesidad anhelada.