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20200208. Análisis de la situación del campo extremeño, por nuestro catedrático J.M.Coleto.

«Con tantos agricultores vendiendo por separado no hay precios justos». Jose Miguel Coleto, catedrático en la Escuela de Ing. Agrarias, es uno de los téoricos del campo más reconocidos, y en esta entrevista analiza de manera didáctica y directa qué le pasa al campo extremeño.

- ¿Qué le pasa ahora al campo?

- Los problemas vienen de hace mucho tiempo y habría que poner de manifiesto que el agricultor siempre ha sido muy honesto con la sociedad. No nos acordamos pero en los primeros sesenta años del siglo pasado la gente pasaba hambre. Al agricultor se le pedía que produjera muchos alimentos y a buenos precios. Y el agricultor nunca se aprovechó aumentando los precios. Los gobiernos lo impidieron con las comisarías de abastecimiento o el servicio nacional de trigo para regularlo todo, incluida la renta de los agricultores, pero luego se olvidaron de ellos y se preocuparon solo de asegurar el abastecimiento. Y ahí es cuando empiezan los problemas para la agricultura, más o menos en la década de los noventa.

- La sensación es que el campo siempre va mal, ¿cuáles son exactamente esos problemas?

- (Saca un folio con un gráfico y unas anotaciones) El agricultor, cuando los precios son bajos, lo que hace es producir más para obtener mayor renta. Y entonces presiona sobre el mercado de manera que los precios son cada vez más bajos, metiéndose así en un círculo vicioso.

- Pero siempre tiene que atender a una demanda y en cuanto aparece un veto de un país o sube un arancel se rompe el equilibrio, ¿es tan frágil este sector?

- Sí, el agricultor en la actualidad no está acostumbrado a la volatilidad de los precios y de los 'inputs' agrarios. En los últimos años, se ha vendido maíz a 13 céntimos el kilo y luego se ha pasado a venderse a 22 céntimos, casi el doble. En teoría el agricultor estaría teniendo un buen año, pero esta volatilidad no le permite planificar porque cualquier acontecimiento altera los precios y arruina sus perspectivas.

- Hay otros cultivos cuya producción está vendida de antemano, como el tomate, ¿esto sería una solución?

- Pero en el tomate el precio ya está muy ajustado y la única forma de defenderse es producir 100.000 kilos por hectárea, pero si un año viene mal por la climatología y produces 70.000, pues pierdes. Pero es que la volatilidad de la que hablaba antes no solo afecta a los precios, también a los 'inputs'. Esto significa que si te suben un 30% los fitosanitarios o el precio de los fertilizantes, y ya has planificado tu siembra, pues tienes que seguir abonando. Es como si una cerveza de repente pasa de costar 1,50 a 3 euros.

- El mensaje que ha calado es que el precio de salida del campo de una fruta u hortaliza es muy bajo y en la estantería del supermercado muy alto. ¿Alguien a mitad de camino se está haciendo rico?

- Se pueden mejorar los canales de comercialización y tratar de evitar tanta diferencia. Pero es que a una ciruela desde que la coges en el árbol le pasan cosas. Primero tiene que ir a la central hortofrutícola y tiene que transportarse a un mayorista, que tiene que distribuirlo al minorista. Por el camino ya hay parte que se estropea, y además la fruta es un producto perecedero. Al final vendes 80 o 90 kilos de cada cien, y eso repercute en el precio final. Por término medio que suba 70 céntimos no es descabellado, hablo de la fruta dulce. Y si te pagan a un euro lo que luego se vende a 1,70 pues está bien. El problema es cuando te pagan a 30 céntimos lo que luego se vende a 1,20. En Francia, por ejemplo, se han establecido una especie de precios mínimos en algunos productos para que no se venda por debajo de los precios de coste.

- ¿Esto es posible implantarlo aquí?

- Primero hay que mejorar los mecanismos que tiene la Unión Europea, y ser ágil en retirar los excedentes y vigilar los canales de comercialización, porque si la fruta baja de precio para el consumidor, éste consume más y sube el precio.

- ¿Entonces hay razones para que el agricultor esté enfadado?

- Las hay, porque le han pagado su fruta a 40 céntimos y alguien la vende a 1,5. El margen es excesivo.

- Insisto, ¿hay alguien enriqueciéndose en medio?

- Es que la oferta está muy dividida y la demanda muy concentrada. No hay monopolio pero sí oligopolio de demanda, y es complicado que se establezca un precio justo cuando hay muchos agricultores vendiendo por separado y muy pocas empresas comprando.

- ¿Cómo puede resistir el campo extremeño esta situación?, ¿qué debilidades y fortalezas le ve hoy día?

- La fruta de hueso es muy sensible a cualquier incremento de costes, pero ahí los agricultores han hecho sus deberes. Se dieron cuenta de que siendo fruta temprana entraba mejor, y han colonizado mercados que hace tiempo parecía imposible y donde ahora exportan, así que los que llegan más lejos se defienden mejor. Ante las bajadas de precios han buscado dos alternativas. Primero aumentar la producción, lo cual presiona sobre el precio, y aquí la tecnología ayuda a tener mejor rendimiento, si bien hemos llegado al final de esta solución porque no podemos producir más y además tampoco se puede bajar más el precio. Para salirse de este círculo vicioso la otra alternativa, en el regadío, es pasar de olivar intensivo a superintensivo. Si le ganas poco a una hectárea, 10 céntimos a un kilo, pues consigue más kilos. Otras alternativas son los frutos de hueso, y por eso hay gente que va abandonando la fruta dulce y se mete en los frutos secos, porque tienen un periodo más largo de comercialización y pueden abusar menos de ti, porque tienes un año para vender la almendra o las nueces. La fruta de hueso tienes que venderla en una semana, y si hay mucha producción se te viene abajo el precio. Lo razonable es buscar alternativas y el agricultor extremeño lo está haciendo. La segunda herramienta es hacer productos singulares que se salen del mercado habitual, algo más específico que el público aprecie, como aceite en envases más pequeños o el jamón ibérico. Pero esto tiene un límite porque no podemos llenar el mundo de pimentón de la Vera. Y por último, se puede abandonar la actividad agraria, al menos a tiempo completo, buscar otro trabajo para completar la renta. O no producir productos alimentarios, por ejemplo madera y poco más.

- De hecho Extremadura producía antes algodón, ¿tiene sentido hoy?

- Sí, pero este cultivo tiene un problema en Extremadura porque el clima no es adecuado. La maduración empieza en octubre y acaba en enero. La recolección debe ser escalonada y de manera manual. No se puede mecanizar la recolección y nos falta calor estival. Antes llegó a haber 60.000 hectáreas porque toda la familia iba a recoger desde finales de septiembre, pero ahora no porque las cápsulas no maduran de manera simultánea.

- ¿En qué punto está la mecanización del campo extremeño?

- En los cultivos hortícolas muy alto, en la fruta dulce todo lo que se puede. Ahora se está trabajando en robotización, de hecho estoy trabajando en esto con una empresa extremeña que trabaja en Estados Unidos.

- ¿Estamos hablando de que la fruta que se recoge a mano, la recoja un robot?

- Sí, esa mano en realidad es un brazo robótico que hace lo mismo.

- ¿En un futuro habrá robots recogiendo fruta?

- Así es. Diseñas un brazo robótico y puedes utilizar mil brazos. El problema es que uno solo cuesta 7.000 o 8.000 euros, pero si tienes más podrías tener un tractor que va pasando. Ya se hace con la fresa.

- ¿Es muy atrevido decir que en medio siglo la mano de obra agrícola será algo del pasado?

-Cuando estudiaba en Córdoba, los agricultores quemaban las primeras cosechadoras porque decían que les quitaban trabajo. Entonces empezaron a sembrar trigo y maíz. Pero lo mejor para hacerlo viable era mecanizarlo, porque aún así daba suficiente mano de obra. Igual pasa ahora. Los tractores los tiene que conducir alguien, también estar pendiente de la clasificación. Quizás descienda el empleo no cualificado, pero el del tipo Formación Profesional subiría muchísimo porque las máquinas hay que calibrarlas y manejarlas.

- ¿Percibe en sus alumnos el ánimo suficiente como para dedicarse al campo?

- Cada año voy a Agroexpo, y no soy capaz de llegar a los sitios porque todos mis antiguos alumnos me invitan a su expositor. Están todos trabajando. El empleo agrario básico se puede ver comprometido, pero el siguiente escalón, el técnico, no. Todo lo que implique trabajar en minimizar costos requiere mano de obra cualificada.

- ¿Cómo de permeable es el agricultor extremeño a la innovación?

- El agricultor de regadío innova constantemente; el de secano tiene menos que innovar porque hay menos técnicas de cultivo. En la ganadería no se puede innovar tanto porque aquí hay menos que mecanizar. Otra cosa que no valoramos del agricultor, es que además de asegurar el abastecimiento garantiza la calidad y sanidad, además de ser custodio del paisaje. Si no hubiera cereceros ¿quién iba a ir a ver el Valle del Jerte?

- ¿Hay estudios con perspectiva suficiente que aseguren que el cambio climático esté afectando de manera negativa a la agricultura?

- El cambio climático está afectando a la agricultura. Algo claro es el atempranamiento de cultivos. Ya hay nectarinas y melocotones que florecían en marzo. Antes no se veían floraciones a principios de febrero y el Jerte ha anticipado sus producciones a mayo. Otra cosa observada con el cambio climático es que ha permitido aquí cultivos que antes no se daban, como el almendro o albaricoque. Antes daba miedo porque florece temprano, pero ya no se hiela. El cambio climático quita y también da oportunidades. Si tuviera que hacer un resumen rápido, diría que para mal el cambio climático está afectando sobre todo a la dehesa. Otros cultivos también están amenazados, pero repito, surgen oportunidades. Ahora las heladas no bajan de dos grados y medio bajo cero, y permiten una producción de naranjas que antes era imposible. Por otro lado, el cambio climático cambia las maneras de producir. El secano se hace en ciclos más cortos porque así al trigo es más difícil que le ocurra algo.


Esta entrevista fue publicada por el periódico HOY:
https://www.hoy.es/extremadura/tantos-agricultores-vendiendo-20200208000642-ntvo.html